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Veinte aƱos no es nada

23 Feb, 2016

JAVIER SIERRA | Esta fotografĆ­a fue tomada hace exactamente veinte aƱos. Y no en un lugar cualquiera. La lente nos inmortalizĆ³ junto a uno de los accesos a las oficinas federales que existĆ­an en las Torres Gemelas, en pleno corazĆ³n financiero de Nueva York. Enrique de Vicente y yo estĆ”bamos allĆ­ por culpa de una curiosa circunstancia. Aquel enero de 1996 yo ya habĆ­a decidido dejar la redacciĆ³n de la revista ā€œAƱo Ceroā€, en la que habĆ­a trabajado como Jefe de Reporteros, y estaba a punto de incorporarme como subdirector en la redacciĆ³n de la revista de la competencia, ā€œMĆ”s AllĆ”ā€. Enrique era entonces director de la primera. Yo le habĆ­a ayudado a fundarla seis aƱos antes. Mis vĆ­nculos con su proyecto eran fuertes y acabĆ”bamos de atravesar la ā€œedad de oroā€ de la revista ocupĆ”ndonos del escĆ”ndalo de la falsa pelĆ­cula de las autopsias de Roswell dando una exclusiva tras otra. Pero justo en aquella ā€œcimaā€ ambos comprendimos que nuestros caminos profesionales tenĆ­an que separarse, y decidimos celebrar ese divorcio con un viaje a la ciudad de los rascacielos.

Los grandes momentos deben subrayarse con grandes gestos. Es algo que los dos sabƭamos. Y por eso estƔbamos allƭ.

Aquel fue un invierno frĆ­o. Recuerdo que visitamos el Metropolitan Museum of Art y a la salida compramos unos perritos calientes para impedir que nuestras manos se congelaran. Husmeamos en varias librerĆ­as importantes en busca de las Ćŗltimas novedades sobre los temas que nos apasionaban e incluso nos acercamos al discreto chalĆ© en el que tiene su sede el Museo de Nicholas Roerich, no lejos del mĆ­tico Museo de Ciencias Naturales. Pero de todas las visitas y entrevistas de aquellos dĆ­as la que nunca olvidarĆ­amos fue la que precediĆ³ a esta foto.

La foto que aquƭ comparto ha estado durante estos veinte aƱos en mi estudio.

Hoy la miro y veo intactas nuestras aspiraciones, nuestra curiosidad y nuestras ganas de saber.[/quote_right]HacĆ­a solo unos meses que la Fuerza AĆ©rea de los Estados Unidos habĆ­a publicado un monumental informe en el que desclasificaba documentos secretos que ā€“en su opiniĆ³n- aclaraban definitivamente quĆ© sucediĆ³ en Roswell, Nuevo MĆ©xico, en 1947. El texto, un tomazo de casi mil pĆ”ginas, de la envergadura de las pĆ”ginas amarillas de Nueva York, se titulada The Roswell Report: Fact vs. Fiction in the New Mexico Desert, y sĆ³lo podĆ­a adquirirse en alguna de las oficinas federales que el gobierno tenĆ­a en todo el paĆ­s. Nosotros ya conocĆ­amos su contenido. El Gobierno de Bill Clinton trataba de convencer entonces a la opiniĆ³n pĆŗblica de que el ovni caĆ­do en Roswell fue en realidad un globo meteorolĆ³gico creado para colocar un micrĆ³fono en la alta atmĆ³sfera para ā€œescucharā€ supuestas explosiones nucleares en la UniĆ³n SoviĆ©tica. AhĆ­ se hablĆ³ por primera vez del Proyecto Mogul. Y del globo nĆŗmero 4. LĆ”stima que su explicaciĆ³n fuera tan endeble que sus propios documentos reconocĆ­an que aquel cuarto globo Mogul habĆ­a sido llevado por el viento en direcciĆ³n contraria a Roswellā€¦ y que nunca fue recuperado.

Sea como fuere, nosotros necesitĆ”bamos hacernos con ese texto y traĆ©rnoslo a EspaƱa. Era nuestra obligaciĆ³n.

Pero hay que aclarar algo mĆ”s. En 1996 Internet estaba en mantillas. El comercio electrĆ³nico era insignificante. No existĆ­a Amazon. Las webs de la Ć©poca eran muy rudimentarias y si querĆ­as acceder a un texto oficial de esa envergadura tenĆ­as que ir a recogerlo personalmente.

Enrique y yo acudimos, pues, al Ćŗnico lugar de Nueva York donde se vendĆ­a e, impresionados por la solemnidad de las Torres, nos tomamos algunas fotos junto a sus sĆ­mbolos mĆ”s representativos. QuĆ© poco podĆ­amos imaginarnos que justo ese emplazamiento terminarĆ­a inspirando la nueva mentalidad conspiranĆ³ica mundial cinco aƱos mĆ”s tarde. O que Roswell ocuparĆ­a un puesto de honor en la creencia global de que el gobierno mĆ”s poderoso del planeta lleva desde la II Guerra Mundial ocultĆ”ndonos secretos con cierto regusto cĆ³smico.

La foto que aquĆ­ comparto ha estado durante estos veinte aƱos en mi estudio. Ha visto cĆ³mo aquel remoto libro que escribĆ­ al calor de esos dĆ­as de ovnis, Roswell. Secreto de Estado, fue superado por novelas y ensayos de marcado cariz histĆ³rico en los que he buscado la raĆ­z de los grandes enigmas. Hoy, dos dĆ©cadas exactas mĆ”s tarde, la miro en su marco de madera y todavĆ­a veo intactas nuestras aspiraciones, nuestra curiosidad y nuestras ganas de saber. Y buena prueba de ello es que este domingo Enrique y yo volvemos a sentarnos en una mesa ā€“esta vez, la de Cuarto Milenioā€“ para hablar de aquel ā€œviejoā€ misterio de los No Identificados. Volvemos a evocar a Roswell, los secretos de Estado, las declaraciones presidenciales con intencionalidades que van mĆ”s allĆ” de la polĆ­tica exterior clĆ”sicaā€¦ En definitiva, volvemos a aquella trinchera en la que ambos compartimos EL MISTERIO.

Y es que, como dice el famoso tango de Gardel Volver, veinte aƱos no es nada.

Via: NAVE DEL MISTERIO