El espacio profundo no es tan silencioso como nos han hecho creer. Cada pocos minutos, un par de agujeros negros chocan entre sí. Estos cataclismos liberan unas ondulaciones en el tejido del espacio-tiempo conocidas como ondas gravitacionales. Sí, ese fenómeno detectado por primera vez en 2015, pero que ya había sido predicho por Albert Einstein hace un siglo en su teoría de la relatividad general. Ahora, científicos de la Universidad de Monash han desarrollado una forma de escuchar estos eventos. Según explican, las ondas gravitacionales de las fusiones de agujeros negros imprimen un sonido inconfundible en los datos recolectados por los detectores. La nueva técnica podría revelar la presencia de miles de agujeros negros previamente ocultos al escuchar sus «gritos».
Hasta la fecha, ha habido seis eventos de ondas gravitacionales confirmados anunciados por las colaboraciones LIGO y Virgo. Sin embargo, según el investigador Eric Thrane, se producen más de 100.000 eventos de ondas gravitacionales cada año que son demasiado débiles para que los instrumentos los detecten inequívocamente. Las ondas gravitacionales de estas fusiones se combinan para crear un fondo de onda gravitacional, una especie de zumbido. Si bien los eventos individuales que contribuyen a ello no se pueden resolver individualmente, los investigadores han buscado durante años detectar este tranquilo zumbido de fondo.
Por eso, el equipo de Thrane ha desarrollado una nueva y más sensible forma de buscar el fondo de la onda gravitacional, según explican en la revista estadounidense Physical Review X. «Medir el fondo de las ondas gravitacionales nos permitirá estudiar poblaciones de agujeros negros a grandes distancias. Algún día, la técnica nos permitirá ver las ondas gravitacionales del Big Bang, ocultas detrás de las ondas gravitacionales de los agujeros negros y las estrellas de neutrones», asegura el investigador.
Mil veces más sensible
Los científicos desarrollaron simulaciones por computador de señales débiles de agujeros negros, recogiendo masas de datos hasta que estuvieron convencidos de que, dentro de los datos simulados, había una débil pero inequívoca evidencia de fusiones de agujeros negros. Sus creadores están convencidos de que el método arrojará una detección cuando se aplique a datos reales. Las recientes mejoras en el análisis de datos permitirán detectar «lo que la gente ha estado buscando durante décadas», señala Rory Smith, coautor del estudio. Se estima que el nuevo método es mil veces más sensible.
Para conseguir su objetivo, los científicos tendrán acceso a un nuevo superordenador de 4 millones de dólares, ubicada en la Universidad de Tecnología de Swinburne. La computadora, llamada OzSTAR, será utilizada por los científicos para buscar ondas gravitatocionales en los datos de LIGO. Sus procesadores son cientos de veces más rápidos en la realización de algunas tareas. «Al aprovechar el poder de esos procesadores, OzStar tiene el potencial de hacer grandes descubrimientos en la astronomía de ondas gravitacionales», asegura Smith.
Fuente: ABC