Un reciente estudio del investigador Antonio García Jiménez pone en duda que la célebre «Dama del armiño» de El Greco fuera pintada por este artista. La polémica salta en medio de las celebraciones del cuarto centenario de la muerte del pintor.
A lo largo de la historia, y en la actualidad, son muchos los que han dudado de que esta bella pintura sea obra del maestro cretense, aunque está previsto que forme parte de la gran exposición ‘El griego de Toledo’, que se inaugurará el 14 de marzo y que está incluida en el programa conmemorativo del IV centenario de la muerte del artista. La obra pertenece a la colección privada de la casa-museo Pollok House en Glasgow que, según Antonio García Jiménez, autor también del libro En busca del Lazarillo, tiene «escaso interés en realizar pruebas que puedan confirmar que no se trata de una obra de El Greco».
Recuerda el periodista e investigador que el barón Taylor, hombre de confianza de Luis Felipe, el último Rey de Francia, vino a España a comprar cuadros para formar una colección de pintura española para su exhibición en el Museo del Louvre. Nombres como los de Velázquez, Murillo, Zurbarán, Ribera, El Greco o Goya figuraban en esta colección, aunque posteriormente se estableció que muchas de las obras habían recibido falsas atribuciones.
Entre los cuadros comprados y más elogiados figuraba ‘La dama del armiño’ que, cuando fue colgada en el Museo del Louvre en 1838, figuraba en el catálogo de la exposición con el título ‘La fille du Greco’ (‘La hija de El Greco’). «Esta es la única razón por la que desde entonces se ha considerado obra de El Greco. Era la primera vez que se veía este cuadro porque nunca antes se había expuesto o inventariado formando parte de una colección», afirma el autor del estudio.
Después se pensó que se trataba de Jerónima de las Cuevas, la mujer con la que el artista convivió en Toledo sin casarse y con la que tuvo a su hijo Jorge Manuel, pero está hipótesis fue descartada. A finales del siglo XIX se bautizó de forma genérica el cuadro como ‘La dama del armiño’, aunque se siguió atribuyendo a El Greco, mientras que en los últimos 30 años han surgido como alternativa otros pintores del siglo XVI defendidos por diferentes expertos.
«La opción que más éxito ha tenido ha sido la de Sofonisba Anguissola, pintora italiana que vivió en la corte de Felipe II. Para María Kusche, especialista en esta pintora, la modelo del cuadro sería Catalina Micaela, la segunda hija del rey, por la semejanza con el realizado por Sánchez Coello en 1585″, ha recordado.
Antonio García Jiménez señala en su informe que el recientemente fallecido José Álvarez Lopera, «la mayor autoridad en España sobre El Greco», aseguró que el aire de intimidad y seducción con que nos mira la modelo era impensable en un miembro de la familia real, que siempre se retrataban con un porte digno y distante. Lopera reconocía que era un cuadro atípico del Greco y de difícil encaje dentro de su producción «pero como no había otra alternativa mejor, prefirió seguir manteniendo su autoría», según el autor de la hipótesis.
El gran prestigio de Lopera es el que ha llevado a la Fundación que organiza el Año del Greco en Toledo a pedir el cuadro prestado al museo de Glasgow. García Jiménez defiende que se trata de una obra del siglo XIX, en la que la retratada es una actriz que representaba «La judía de Toledo», obra basada en una leyenda medieval del siglo XIII según la cual el rey castellano Alfonso VIII se enamoró de una bella judía de Toledo. Además, recuerda que el lienzo fue vendido al barón Taylor en 1836 por el pintor, restaurador, coleccionista y marchante de arte Serafín García de la Huerta, nieto de Vicente García de la Huerta, autor dramático que puso de moda la leyenda de la judía de Toledo a finales del siglo XVIII.
Los periódicos de la época dejaron testimonio de la picaresca y los pocos escrúpulos de Serafín García de la Huerta a la hora de dar atribuciones a los cuadros de su colección. El autor señala en su estudio que Fernando Marías, comisario de la gran exposición sobre El Greco, cree que la hipótesis del siglo XIX como datación del cuadro y de García de la Huerta como creador o inductor del mismo es «muy verosímil», pero precisa que no se podrá demostrar hasta que no se hagan los análisis radiológicos y técnicos al lienzo». Según García Jiménez, ahí radica el problema ya que «el museo escocés está interesado en que se siga creyendo que el cuadro es un Greco auténtico por razones de prestigio».
Fuente: Mila Trenas/ EFE