¿Qué lugar ocupan los libros de Stephen King en su biblioteca material? ¿Y en la mental? En la de los veintidós escritores hispanoamericanos que le rinden tributo en la antología No entren al 1408 (La Biblioteca de Babel, Colombia), el espacio es amplio. El resultado son una serie de cuentos impregnados del espíritu de King, que supone n una suerte de exploración de las relaciones de una generación de escritores con una de las figuras más odiadas y admiradas de la literatura contemporánea.
El responsable de esta celebración del autor de El resplandor es el escritor ecuatoriano Jorge Luis Cáceres, y entre quienes brindan su homenaje hay tres autores argentinos: Mariana Enríquez, con “Los Domínguez y el Diablo” (sobre la relación de una niña con sus vecinos satánicos); Juan Terranova, con “La masacre del equipo de vóley” (un cuento de zombies rioplatenses); y Luciano Lamberti, con “La canción que cantábamos todos los días” (la historia de un cuerpo usurpado). Hay además autores de España, Chile, Perú, Ecuador, Cuba y México.
King publicó casi setenta libros (algunos bajo el pseudónimo Richard Bachman) desde 1974; la misma década en la que la mayoría de los autores en este libro aprendían a hablar. “Soy una lectora ávida y bastante fiel de King —dice Enríquez—, durante los 90 lo abandoné un poco, pero desde hace un tiempo leo cada libro, no todos me gustan pero los termino”. Lamberte coincide: “Soy un lector voraz, incompleto. Pienso que algo fundamental en él se perdió a finales de los 90, todo lo que leí después me dejó insatisfecho”. Terranova está entre los más fieles: “Compro todo lo que sale, aunque no lo lea enseguida, tengo un estante largo con sus obras. Como crítico, reseñé varias de ellas, pero soy un lector desagradecido y desatento. De todo lo que me enseñó mientras lo leía puse en práctica muy poco”.
La reivindicación de King es cíclica: por momentos, es un genio. ¿Depende del clima de época o de la calidad de su libro de turno?
Enríquez dice: “Para mí es el Dickens de este siglo. Es un escritor popular en todo sentido. Ahora está aceptado pero no se lo tiene en la misma consideración que a otros escritores norteamericanos como Irving, Updike o Roth; para mí es igual o superior a muchos de ellos. Que escriba género y que produzca ‘industrialmente’ siempre lo va a dejar en un espacio marginal”.
Lamberti opina: “King mezcló las construcciones narrativas del siglo XIX con las novelas baratas y la televisión, por eso funciona a muchos niveles. A ningún crítico le gusta compartir lecturas con la ‘gente común’. Ahora parece que es cool leerlo porque se transformó en una figura más del panteón del pop”.
En opinión de Terranova “King tuvo varias épocas. Primero fue ‘consumido’ como un best-séller y luego, a partir de una reivindicación de los géneros llamados ‘menores’, una categoría que no suscribo, se lo empezó a considerar un autor ‘serio’. Como publica mucho, los debates sobre su calidad cobran fuerza cada tanto”. “Para los escritores, es como si formaras parte de una banda de metal y te invitaran a homenajear a Metallica”, cuenta Cáceres, que tomó el título del celebre cuento “1048”. “Lo que une a los autores es la formulación del miedo como algo personal. Esta antología no pretende ser un catálogo de horrores, es una concepción individual del miedo”, explica.
Fuente: CLARIN