En 1997, Javier Sierra pasó una noche a solas en el interior de la Gran Pirámide de Egipto. Su intención no era otra que imitar a Napoleón Bonaparte, que hizo lo mismo del 12 al 13 de agosto de 1799. Qué buscaba el legendario militar francés en el monumento funerario más grande del mundo fue la pregunta que el escritor se hizo entonces. Y trató de dar respuesta a través de una novela que, como todas las suyas, se convirtió de inmediato en un superventas: La pirámide inmortal, que ahora se convierte en novela gráfica de la mano de Norma Editorial.
La adaptación a cómic corre a cargo del guionista Salva Rubio, conocido por su trabajo en obras como El Fotógrafo de Mauthausen, Monet, Nómada de la Luz o Django Mano de Fuego, y Cesc Dalmases, un dibujante con experiencia en adaptar novelas de trasfondo histórico, como demuestra la monumental saga Victus, basada en la obra homónima de Albert Sánchez Piñol. En esta ocasión, los talentos de ambos se ponen al servicio de una historia ambientada en las postrimerías del siglo XVIII, y que tiene como eje la búsqueda del secreto de la inmortalidad.
Un joven Napoleón a punto de cumplir 30 años, lleno de ambición y arrojo, se ve atraído por las corrientes esotéricas que atraviesan su tiempo. Después de un año atrapado entre Egipto, Siria y Palestina, asediado por los ingleses, alguna misteriosa razón le lleva a pernoctar en la gigantesca construcción de las afueras de El Cairo.
Cinco meses atrás, en la remota aldea de Nazaret, el personaje se había reunido con los representantes de una oscura secta. ¿Fue aquel encuentro el motivo de su encierro en la pirámide? ¿Qué encontró en su interior? Sus biógrafos nunca han podido despejar esa incógnita, pero la trama novelesca –y ahora su versión gráfica– sí se atreven a proponer una respuesta, relacionada con uno de las obsesiones de la Humanidad desde que el mundo es mundo: la posibilidad de la vida eterna.
Sierra, que con este título reelaboraba una novela anterior, El secreto egipcio de Napoleón, asegura que aquella experiencia en la pirámide no volvería a repetirla ni por todo el oro del mundo. Pero sí reconoce haber aprendido mucho de ella: “Mi sensación es que la Gran Pirámide es una especie de réplica del Más Allá, de lo que los egipcios pensaban que se iba a encontrar el faraón cuando muriese”, añade el escritor. “Entrar allí y salir de él para contarlo no es algo que se pueda explicar todos los días”.
Intriga, acción, asombro y sensualidad se funden en esta trama arropada por una ardua labor de reconstrucción histórica y un dibujo dinámico y colorista para sumergir al lector en una historia fiel a la novela de Javier Sierra, y que posee el sabor de las grandes aventuras clásicas.