Luego de ser considerado como el «patito feo» del colegio, el escritor español Javier Sierra reconoce que el premio planeta le ha afianzado como figura literaria y enmienda los tiempos en los que fue «ninguneado» por sus origenes.
«Lo que ha habido por parte de la crítica hacia mis libros cuando se convirtieron en ‘best sellers‘ internacionales fue una especie de alejamiento. Se me consideró un ‘outsider’, alguien que venía de fuera», cuenta a EFE el autor (Teruel, 1971) en Buenos Aires, donde presenta su última obra, «El fuego invisible» (Planeta).
El también periodista, cuya primera novela, «La dama azul«, cumple veinte años y la cuarta, «La cena secreta» (2004) le alzó como el único autor español en llegar al ‘top 10’ en Estados Unidos, evoca, con abierta humildad, cómo parte de la prensa le miraba con recelo en sus inicios.
«Por venir del peor de los mundos posibles para ingresar en la literatura, según la crítica, que sería el periodismo, ignorando que probablemente muchos de los grandes genios de la literatura de los últimos años han sido periodistas antes», afirma.
Es por eso que recuerda que durante unos años se sintió «ninguneado«, aunque no menospreciado.
«Simplemente no se prestaba atención a mi literatura, quizá eso es lo que ha venido a enmendar el Premio Planeta (2017), que me sitúa en una clara tradición literaria», subraya.
Autoconsiderado como el «niño raro» de su colegio porque prefería leer a jugar al fútbol, con 12 años tenía su programa de radio, a los 16 escribía en prensa y con 18 fue fundador de la revista «Año Cero«, especializada en ciencia y pseudociencia.
«De alguna manera en mi caso se ha cumplido el famoso cuento del patito feo. Al final ese niño ha sabido construirse su universo alrededor y ha llegado al premio Planeta», argumenta.
Un éxito que le gustaría diera la pauta a «muchos patitos feos«, para que sepan «que hay camino y todo el mundo tiene su hueco en el universo», porque «cualquiera puede abrir» su senda «si se entrega de verdad a lo que siente».
«¿Quién me iba a decir que ese niño de Teruel al que le interesaban los ovnis y el Triángulo de las Bermudas iba con el correr de los años a escribir novelas que se leyeran en 40 y tantos países?», señala.
Con «El fuego invisible» ahonda en la búsqueda del origen de la leyenda del grial y quiere dejar en el lector el aprendizaje de acudir siempre a las «fuentes» para descubrir «dónde está realmente la esencia de una historia».
«En este caso, las fuentes aparentemente serían los evangelios, donde se habla de la última cena y de la copa que usa Jesús, pero ninguno habla del grial. La palabra grial terminará inventándose en la Edad Media, cuando un trovador francés (Chrétien de Troyes) escribe ‘El cuento del grial'», indica Sierra.
Para el escritor de «Las puertas templarias» (2000) o «El ángel perdido» (2011), el grial fue «un elemento de propaganda política y militar» que se acuñó en la península ibérica en el siglo XII, cuando los reinos cristianos empezaron a adquirir importancia.
«Ante su gran enemigo, el Islam, varios siglos ocupando la península ibérica, necesitan una justificación moral para lanzarse contra los infieles y expulsarlos. Qué mayor justificación que pensar, según dice leyenda, que se acuña en Huesca y que el grial lleva escondido en la península desde el siglo III», agrega.
Para Sierra, la «intención oculta» de la invención del grial fue la reconquista cristiana de la península, por lo que buscar «un grial físico» es «una quimera romántica injustificable históricamente» pero «hermosa».
En el libro, a David Salas, lingüista de un colegio irlandés, se le plantea un viaje a España en el que conectará con sus raíces -su abuelo era un escritor exiliado durante la guerra civil- y donde se le cruza un club de lectura que le cambiará la vida.
«La novela es el instrumento que ha creado nuestra especie para resolver grandes preguntas, no solo es entretenimiento. Sirve para resolver incógnitas a las que la razón no llega», destaca.
Convencido de que la sociedad necesita que los políticos hablen más de literatura y los escritores menos de política, Sierra opina que la lectura es nuestra «tabla de salvación» porque incorpora conocimiento y a la vez propicia un «sentido crítico», lo que no ocurre con la televisión o internet.
FUENTE: LA REPLÚBLICA