Es la hermana menor de la cúpula de Santa María del Fiore, la Catedral de Florencia. Estaba escondida a unos 70 centímetros bajo tierra, un puñado de pasos detrás de la obra más misteriosa y emblemática del Renacimiento florentino, que Filippo Brunelleschi elevó sin armaduras ni sostenes entre 1420 y 1436. Se trata de una cupulita hemisférica que los arqueólogos han descubierto bajo el suelo del museo dell’Opera del Duomo, justo detrás del ábside de la monumental iglesia. Y presenta la firma más personal y característica del genial constructor: los ladrillos colocados en diagonal, como la espina de un pescado.
La construcción mide tres metros de diámetro y, con sus ladrillos rojos, se parece en todo a una miniatura del monumento que domina la ciudad toscana. “Este hallazgo sin duda representa un testimonio primario de una técnica que solo fue de Brunelleschi”, explica Francesco Gurrieri, catedrático de Restauración en la Universidad de Florencia. “Nos enfrentamos a un descubrimiento importante, ya que la técnica a spina di pesce es propia de Brunelleschi. Las únicas obras que la presentan son suyas y no conocemos ejemplos de arquitectos posteriores o hallazgos en otras zonas”, argumenta Roberto Cecchi, secretario de Estado de Cultura.
La cupulita —como ya la llaman con cariño sus descubridores— “se presenta mutilada en la cumbre, porque probablemente fue cortada en el siglo XVIII, cuando en ese sitio fue construido un Teatro”, sigue el Profesor. Estaba escondida en una capa de terreno inferior a la actual, la que remonta a los primeros decenios del siglo XV. A su alrededor, los arqueólogos encontraron trozos de hierro y bordes de mármol. Una señal irrefutable, según los investigadores, de que aquí estaban los talleres y las bodegas artesanales que proporcionaban las materias primas para construir la iglesia. También hay testimonios documentales ya que se ha encontrado un contrato de trabajo con el cual la Opera le encargaba a Brunelleschi la recuperación de un almacén donde guardar los troncos necesarios para montar los andamios.
La pequeña estructura confirma también la idea de otro estudioso de Brunelleschi, Massimo Ricci, que hace un año, con la ayuda del National Geographic, pudo estudiar las entrañas de la cúpula madre y vislumbró el secreto de su construcción: “Los ladrillos internos están colocados en diagonal, como la espina de un pescado”, había explicado Ricci, “sin utilizar material metálico alguno, como sostuvieron algunos estudiosos en el pasado, sino solo gracias a un sistema de cuerdas que permitía calcular la posición y el ángulo exactos en los que poner cada ladrillo”.