«La última cena» de Leonardo da Vinci, una de las obras más icónicas de la historia del arte, tuvo una copia, profundamente desconocida, hecha por el estudio del artista pocos años después de la original, que se pintó en 1499. Es una copia hecha sobre lienzo que nos ofrece una visión de cómo era esta pintura en su concepción original, antes de que la pátina del tiempo se posase sobre el fresco.
Los siglos no han sido amables con esta obra maestra: se estima que solo el 20 por ciento de la pintura original permanece intacta, lo que hace difícil comprender por completo la impresión que generaba esta obra en su tiempo. Sin embargo, esta copia sí nos ofrece una percepción más exacta de lo que Leonardo pintó en el XV.
Este hallazgo es el motor del último cortometraje documental de Jean-Pierre Isbouts y Christopher Heath Brown: «The Search for the Last Supper». La película rastrea los orígenes de esta segunda versión poco conocida y los esfuerzos de los autores para rastrearla, una búsqueda que los lleva hasta una remota abadía en Tongerlo (Bélgica), a una hora de Amberes.
Allí, los investigadores se sorprendieron al descubrir lo bien que se veía aquella versión de la obra. Las figuras estaban perfectamente alineadas, por lo que es probable que se pintó utilizando los mismos cartones del original. De hecho, a lo largo del documental se muestra cómo el trabajo sobre lienzo llena los «huecos» en el famoso fresco.
¿Pero por qué se hizo aquella copia? La respuesta la encontramos, probablemente, en el capricho de un rey: Luis XII de Francia, que conocio el freco original de «La última cena» después de conquistar Milán. El monarca se quedó prendado por la maestría de Leonardo y deseaba llevarse la pintura a Francia, aunque el hecho de que fuera un fresco pronto frustró ese deseo. Así, decidió que quería una réplica del cuadro. «Necesitamos a Leonardo da Vinci», escribió en una carta de 1507, una fecha en la que parece que se realizó el encargo.
Se cree que el principal responsable de la copia fue Andrea Solario, uno de los mejores discípulos de Leonardo. Sin embargo, hay teorías que le atribuyen la copia al propio Da Vinci, basándose en la ausencia de trazos de boceto.
Fuente: ABC