Las ciudades sumergidas de Thonis-Heraclión y Canopus y sus alrededores siguen desvelando sus misterios. La misión del francés Franck Goddio, el arqueólogo que descubrió ambas villas hace más de tres lustros, ha hallado esta semana en el fondo marino tres naufragios de época romana y una barca ceremonial que reconstruyen la memoria de unos enclaves sepultados desde el siglo VIII d.C. bajo un manto de arena y sedimentos.
El descubrimiento, anunciado por el Ministerio de Antigüedades egipcio, se ha producido durante la campaña de excavaciones submarinas que lidera una misión conjunta del departamento de Arqueología submarina y el Instituto Europeo de Arqueología Submarina de Goddio en la bahía de Abukir, a unos 30 kilómetros al noreste de la urbe mediterránea de Alejandría, y en el puerto oriental de la ciudad.
En sus inmediaciones, la expedición ha localizado tres embarcaciones y un nuevo ejemplar de barcaza ceremonial votiva en honor a Osiris, que imita al navío de la deidad y que se depositaba en la parte inferior del canal sagrado.
Un tesoro de pequeñas piezas también ha emergido del lecho marino. Según el secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades, Mustafa Waziri, se ha encontrado una cabeza de cristal de período romano que podría representar a Marco Antonio, el comandante del ejército romano que -derrotado en la batalla naval de Actium- terminó suicidándose tras creer que su amada, la reina Cleopatra VII, había perecido.
También han aflorado monedas de oro acuñadas durante el reinado de Augusto (63 a. C. – 14 d. C.), el primer emperador de Roma. Un anticipo, según los investigadores, de lo que guarda el puerto oriental de Alejandría. «Esconde aún muchos tesoros. Las pruebas indican que un cuarto naufragio podría ser identificado durante la campaña arqueológica de 2018», avanza Osama al Nahas, al frente del departamento de arqueología submarina del ministerio.
Las pesquisas que indicarían este nuevo hallazgo en ciernes son dos grandes vigas de madera y restos de vasijas de cerámica que habían sido parte de la mercancía del cuarto barco pendiente aún de localizar. Las prometedoras inmersiones futuras se completan con la restauración de los miles de objetos recuperados del fondo marino durante excavaciones previas.
Tanto Canopus como Thonis-Heraclión -donde se ha centrado la expedición durante la actual campaña iniciada el pasado septiembre- sucumbieron tras una sucesión de catástrofes naturales -incluidos un terremoto y varios maremotos-. Ambas se hallaban unidas por el culto a Osiris, hijo de la Tierra y el Cielo, que -según la mitología egipcia- fue arrojado primero al Nilo y luego despedazado en 14 trozos por su hermano Set. Isis, hermana y esposa de Osiris, fue recuperando los fragmentos esparcidos por todo Egipto. Jamás halló el falo. Por la magia de su verbo, la viuda resucitó a Osiris el tiempo suficiente para concebir a Horus, quien acabaría derrotando al asesino de su padre.
Las urbes hospedaron entre sus muros notables santuarios dedicados a Osiris por los que desfilaban peregrinos a la caza de curas milagrosas. «Sabemos desde el descubrimiento de la estela del Decreto Canópico en 1881 que las celebraciones de los misterios de Osiris se llevaban a cabo en el templo de Amón-Gereb en la ciudad de Heraclión. También se menciona una procesión náutica de la deidad desde ese templo hasta su santuario en Canopus. Existía un vínculo místico entre las dos ciudades relacionado con Osiris», señaló Goddio en una entrevista a EL MUNDO.
Situado a dos kilómetros al este del actual puerto de Abukir, el pasado de Canopus se encuentra esparcido a lo largo de 150 metros. De las profundidades han emergido columnas de granito rojo, bloques de piedra caliza, joyas y monedas del período bizantino. Resguardados por casi dos metros de arena, se hallan los cimientos de un muro de 103 metros que habría rodeado un templo de grandes proporciones. Ambas ciudades conocieron una prosperidad que arruinó la fundación de Alejandría por Alejandro Magno en el 331 a.C.