25 años de MÁS ALLÁ en 25 portadas
En marzo de 2014 la revista MÁS ALLÁ alcanzó su vigésimo quinto año de presencia en los quioscos de España y Latinoamérica. Javier Sierra fue su colaborador, jefe de reporteros, subdirector, director y consejero editorial durante buena parte de esos años. En este dossier –“muy sentimental”, advierte- repasa las 25 portadas más curiosas, significativas o anecdóticas de su cuarto de siglo de vida. Todo un hito para la revista mensual (en papel) sobre misterios más leída en lengua española.
Breve historia de MÁS ALLÁ
(y del movimiento OVNI y las revistas especializadas. 1989-2000)
Javier Sierra dirigió la revista española MÁS ALLÁ entre 1998 y 2005. Se trata de la publicación de referencia en lo que respecta a fenómenos paranormales, historia ignorada y hechos inexplicables. La historia de esa publicación es fascinante, pero tanto o más si se compara con la de otras publicaciones del sector y se sazona con los casos OVNI más importantes que tuvieron lugar durante la última década del siglo XX. En esta reflexión, Sierra revisa la evolución de estas revistas y su vinculación al que fue tenido como “el problema número uno de la Ciencia moderna”.
Ediciones Internacionales
En marzo de 1989 salía a la luz el primer número de la revista Más Allá. Con 116 páginas a todo color y una tirada inicial de 170.000 ejemplares a los que hubo que sumar otros 50.000 más dado el éxito del lanzamiento, su aparición marcó un hito en la divulgación profesional de cuestiones relacionadas con los OVNIs, lo paranormal y todas aquellas materias consideradas «fronterizas» con la ciencia.
En aquel primer número se incluyó un artículo que causó auténtica expectación. Se trataba de un trabajo del ufólogo y ex jesuita Salvador Freixedo sobre el presunto pacto entre una potencia extraterrestre y el gobierno de los Estados Unidos, que de inmediato puso de moda en España cuestiones como los documentos Majestic-12 o la existencia de «rigelianos» –alienígenas procedentes de Rigel, de aspecto agrisado y frágil. Entonces, la dudosa credibilidad de aquella información no afectó en absoluto a las ventas de un producto que satisfacía los intereses de miles de lectores.
Pero, ¿qué intereses eran esos?
En agosto de 1984 la revista Muy Interesante, una cabecera de éxito dedicada desde 1981 a la divulgación científica, publicaba los resultados de un sondeo de opinión en el que se revelaba que un 49,3% de los españoles estaban convencidos de la existencia de vida en otras galaxias. La encuesta matizaba aún más el umbral de esas creencias, argumentando que los que defendían la realidad del fenómeno OVNI llegaban al 35,7% frente a un 43,1% de detractores y un amplio porcentaje (21,2%) de indecisos.
Los resultados no cambiarían mucho en los siguientes años. Otro sondeo, publicado en octubre de 1988 por el periódico La Voz de Galicia, elevaba algo más esa cifra: los creyentes en los OVNIs alcanzaban el 53% de la población comprendida entre los 18 y los 25 años, mientras que los porcentajes se reducían progresivamente hasta el 29% de creencia en los OVNIs entre los mayores de 55 años.
Estos datos presagiaban lo que ocurrió al lanzarse Más Allá meses después: que sería acogida con entusiasmo por la mitad de la población, despertando enconadas reacciones de la otra mitad. Campaña, una revista especializada en publicidad, definió así el perfil del lector potencial de esta revista: «Más de veinticinco años y menos de cincuenta. Sobre todo hombres. Cada día más mujeres. Cultos y activos. Nivel adquisitivo medio-alto. Profesionales liberales y consumidores conscientes«.
La situación era única. Hasta la aparición de Más Allá, el nivel del interés por los OVNIs no había podido medirse en función de los ejemplares vendidos de una revista, sino en relación al número de libros publicados por las editoriales españolas sobre ese tema. Entre 1966 y 1969 se publicaron nada menos que 25 títulos sobre OVNIs en España. En ese periodo –que comprendió la revolución de mayo del 68 y la aparición de nuevas líneas de pensamiento contestatarias con el establishment– surgen cabeceras en quioscos como Integral, una revista ecologista que ocasionalmente abordaba temas ocultistas, o Algo, que además de a la ciencia dedicó a los OVNIs muchas de sus mejores páginas. Esta última revista fue la semilla que después daría lugar a la aparición, en 1972, de Karma 7, decana de las publicaciones esotéricas españolas que, sin embargo, nunca obtuvo un apoyo de ventas mayoritario.
Con Más Allá todo cambió. La impresión a color, un equipo de periodistas profesionales detrás y un savoir faire equiparable a las mejores cabeceras de su época, inauguraron una nueva fórmula que, poco después, sería imitada por otros editores. El éxito alcanzó incluso a varios países de la Unión Europea. En Portugal, Más Allá se llamó Para Alem, en Gran Bretaña Vision, en Holanda Visioen, en Francia Incroyable et Scientifique y en Italia Oltre la Conoscenza. Surgieron imitadores en Argentina que usurparon el nombre de la revista, e incluso se avanzaron conversaciones para su publicación en Estados Unidos y Rusia que nunca prosperaron.
Dieciséis meses después de nacer Más Allá, otra vez en España, se creó una nueva revista llamada Año Cero. Y lo hizo en medio de otra circunstancia enormemente favorable: la existencia de una sensibilidad mundial en los medios de comunicación por los OVNIs. El aterrizaje de un OVNI en Voronezh (Rusia) en septiembre de 1989, y la oleada de avistamientos de objetos triangulares sobre Bélgica a partir de noviembre de ese mismo año, hizo común que la prensa hablara de No Identificados en toda Europa.
Fue la última vez que ocurrió algo así… hasta la eclosión del «escándalo Roswell» en 1995.
Pilotos españoles y OVNIs
Pero volvamos a la historia.
En agosto de 1990, tuve la ocasión de coordinar para el número uno de la revista Año Cero una exhaustiva encuesta de opinión entre pilotos españoles de aerolíneas. Eran otros tiempos: la editorial se había propuesto lanzar una nueva publicación al mercado utilizando como tema de portada el misterio de los No Identificados, y buscaba un asunto con credibilidad y gancho suficientes. De hecho, era la primera vez que ocurría algo así. Cabeceras clásicas como Mundo Desconocido (1976-1982) o Karma 7 (1972-2001) no se atrevieron a poner un OVNI en su primera portada. Tampoco Más Allá lo hizo.
Hermanas de Más Allá
Las enormes ventas de Más Allá (que durante el primer año superaron siempre los 150.000 ejemplares mensuales) animaron al editor de Año Cero a la aventura, y su director, Enrique de Vicente –antiguo director en España de la revista mexicana Contactos Extraterrestres (1980-1982)– apostó por los OVNIs como buque insignia del nuevo lanzamiento. Entonces se pensó en los pilotos, en tanto testigos de alta fiabilidad, como la garantía de una presentación seria de este misterio. Voronezh y Bélgica habían creado un excelente caldo de cultivo para ello.
La encuesta –que en principio estaba destinada a ser un mero apéndice en el número 1 de Año Cero– terminó ocupando la portada entera. Y con razón. Según el sondeo efectuado entre 120 profesionales del aire escogidos al azar por la redacción, un 29 % de los encuestados afirmaron haber visto alguna vez un OVNI. El titular, pues, estaba servido: «Tres de cada diez pilotos los han visto«.
Las cifras se matizaron después. De ese 29% de respuestas afirmativas, un 41,37% creían que «su» OVNI correspondía a alguna clase de fenómeno atmosférico anómalo. Un nada despreciable 34,48% sostenía que su avistamiento correspondía a una nave extraterrestre. Y sólo un 13,79% identificaban «su» OVNI con alguna clase de prototipo experimental militar. El resto (un 6,89%) se repartía entre diversas hipótesis, más o menos creíbles.
El efecto de la publicación en Año Cero fue inmediato. Las ventas de aquel número uno, apoyado por una pequeña campaña en prensa y televisión nacionales, superaron los cien mil ejemplares, y hasta un importante semanario político español realizó un reportaje clónico al de Año Cero tras el éxito cosechado.
En efecto: en su edición del 16 de diciembre de 1991, la revista Tiempo llevaba el tema a su portada, con la foto de cinco comandantes de Iberia previamente entrevistados por Año Cero, y con el equívoco titular de «Exclusiva. OVNIs: Hablan los pilotos españoles que los han visto«.
El último y ufológico coletazo de aquel súbito revival del interés por el fenómeno OVNI se recogió discretamente en la publicación oficial del Sindicato de Pilotos de Líneas Aéreas (SEPLA) tres años después. La revista Mach.82 publicaba un reportaje titulado «OVNIs y fenómenos aeroespaciales anómalos» en el que, por primera vez, se insertaba un cuestionario OVNI dirigido a profesionales del aire diseñado por el Centro de Estudios Interplanetarios y claramente inspirado en herramientas de trabajo similares desarrolladas por el Dr. Richard F. Haines, del Ames Research Center de la NASA. En el artículo se reconocía, a tenor de lo que la prensa llevaba publicando desde hacía cuatro años, que «raro es el profesional de la aviación que no ha tenido la oportunidad de ver un objeto volante no identificado, esto es, un fenómeno aéreo que por sus características creía no poder identificar», aunque a renglón seguido se dudaba del rigor de la observación de los pilotos al afirmar que «esto último no significa necesariamente que el fenómeno observado no sea eventualmente identificable», amenazando veladamente a los pilotos con desestimar sus apreciaciones.
Ni que decir tiene que nunca se hicieron públicos los resultados de aquella encuesta y el tema terminó por olvidarse tanto entre la opinión pública como entre los propios especialistas.
La falta de casos nuevos contribuyó a ese olvido… aunque con una notable excepción: El 1 de mayo de 1994, entre las 22,15 y las 22,30 de la noche, un gran OVNI fue visto surcar el Levante español. Fue descrito como «un objeto brillante, de forma discoidal, con otros dos puntos brillantes adosados en la parte superior e inferior«. Un avión de la compañía AVIACO que se dirigía hacia Alicante lo observó a su paso por Albacete. Lo describió como «una bengala de colores», y hasta la NASA, a través de su portavoz Adam Johnson desestimó la hipótesis de la reentrada de chatarra espacial, al determinar que la única reentrada de restos de ese tipo se produjo un día después.
Tampoco, pese a la implicación de los pilotos, el tema consiguió embelesar a la opinión pública como lo hubiera hecho sólo una década atrás. ¿Por qué?
¡Aún más revistas!
Pero desde siempre, las revistas habían ido por un lado y la actualidad por otro. En marzo de 1991 una nueva revista veía la luz en los quioscos españoles, al hilo del innegable éxito de Más Allá y Año Cero. Quien la lanzaba era el Dr. Fernando Jiménez del Oso, fundador y primer director de Más Allá que, ahora en solitario, se lanzaba a un nuevo proyecto. La tituló Espacio y Tiempo, y pese a que en el número uno se incluía un amplio reportaje sobre una contactada malagueña, la revista apostó por un enigma arqueológico –el de las esferas pétreas de Costa Rica– como su tarjeta de presentación al público.
En su número 4 (junio de 1991), Espacio y Tiempo protagonizó uno de los patinazos más memorables de las revistas especializadas. En su portada, destacado, se leía el siguiente titular: «¿Extraterrestre capturado por la CIA? Sorprendentes fotografías». La noticia, que Espacio y Tiempo tomó de un tabloide hispano de Texas –a la vez edición del célebre Weekly World News–, aseguraba que agentes de los servicios secretos norteamericanos habían capturado a un alienígena vivo en Unionville, West Virginia. Y lo demostraban con una secuencia en la que un atónito alienígena era introducido en el interior de una limousine, con cara de susto.
Directores de Más Allá
Las primeras y elementales comprobaciones desmontaron la historia. No existe ningún Unionville en West Virginia. Y por si fuera poco, tras hacer algunas comprobaciones elementales en un pueblecito de 743 habitantes llamado Union, cerca de Greenville, West Virginia, los nombres del sheriff y de los vecinos citados en la noticia resultaron ser más falsos que Judas. Sencillamente no existían. Pero es que, además, Weekly World News siguió publicando «noticias basura» sobre ese marciano durante meses. El 14 de mayo de 1991 el mismo alienígena era visto en sus páginas paseando por Camp David… ¡con George Bush padre del brazo! Ante eso, el redactor de Espacio y Tiempo que llevó adelante la información se limitó a sugerir una maniobra de intoxicación para desacreditar la primera secuencia de fotos. Fue una postura que pecó de ingenua. Todos los profesionales de la comunicación saben que Weekly World News es una cabecera experta en fabricar sus exclusivas…
Cabeceras con Historia
Año Cero
Jul.91-…
La aventura de Espacio y Tiempo duró hasta 1995. Pero en febrero de 1996, el Dr. Jiménez del Oso reaparecía con una nueva cabecera: Enigmas del Hombre y el Universo. La suya fue una postura valiente, pues regresó cuando las revistas estaban ya en plena crisis, y justo después de una de las polémicas más enconadas que han mantenido las publicaciones especializadas en su historia.
Veamos…
La crisis de Roswell
El verano de 1995 fue especialmente agitado en las revistas españolas dedicadas a lo «fronterizo». En agosto, la revista Año Cero publicaba en primicia las primeras imágenes de la supuesta autopsia a uno de los extraterrestres capturados en Roswell en 1947. El impacto que tuvo aquella publicación fue tremendo. Los más importantes diarios de información nacional se hicieron eco del asunto. El Mundo tituló «Los marcianos llegaron ya». ABC, más escéptico, habló de «El timo del marciano en Internet», y la revista Tiempo –que no se perdía ni una en cuestión de OVNIs– llevó el tema a su portada con el título de «Extraterrestres: la investigación que nunca reveló la CIA».
El revuelo organizado, que alcanzó también los principales boletines informativos de las televisiones, escasos de noticias en esas fechas, pilló fuera de juego a Más Allá. Paradójicamente, había sido esta revista la primera en dar la noticia de la existencia de una grabación de las autopsias dos meses antes, pero al carecer de las fotos, su información quedó en nada. Nadie se percató del valor de aquella revelación… hasta que llegó Año Cero.
Fue en San Marino, en junio de ese año, donde vi por primera vez las imágenes y donde Año Cero inició las gestiones para hacerse con ellas. Por aquel entonces, yo trabajaba como responsable de las Relaciones Internacionales de esa revista. Pues bien, al publicarlas tan destacadas y conseguir hacerse un hueco en los medios de comunicación generales, se inició una guerra sin cuartel entre Año Cero y Más Allá. Los unos defendíamos la necesidad de investigar la naturaleza de aquellas imágenes y los otros negaban su autenticidad casi por decreto. Fue el principio de una grave crisis, que todavía hoy se perpetúa.
En 1995, las ventas de Más Allá habían caído hasta el umbral de los 64.000 ejemplares de media al mes, y las de Año Cero rara vez superaban los 35.000 de venta en España. El extraterrestre de Roswell estuvo a punto de invertir esas tendencias, sin llegar a conseguirlo. En efecto: el número de agosto de Año Cero con el «extraterrestre» en la portada vendió 55.641 ejemplares, frente a los 70.908 de Más Allá de ese mismo mes. Hay, no obstante, un dato revelador: cuando en octubre de 1995 Más Allá decide plantar cara a Año Cero y anunciar en su portada que «las imágenes del extraterrestre de Roswell son un montaje fraudulento«, sus ventas caen espectacularmente a 49.808 ejemplares. Fue la primera señal de que se estaba incubando una crisis.
Como sucedió con Voronezh en 1989, los sucesivos desmentidos y contradicciones en la información relativa a la película de las autopsias, terminaron enterrando el caso y con él, una vez más, la credibilidad de los medios que sacaron a la luz esos datos.
En el caso de Más Allá hay que tener en cuenta otro factor añadido: casi paralela a la controversia de la autopsia del extraterrestre de Roswell, sus páginas acogieron detalles procedentes de un colectivo de contactados madrileños –el grupo Aztlán–, a cuya historia José Antonio Campoy, director periodístico de Más Allá entre 1989 y 1998, pronto dedicó un libro. En marzo de 1998 se inauguraba un consultorio mensual de Geenom, el supuesto alienígena que comunicaba con el grupo Aztlán a través de la ouija, para responder a preguntas de los lectores. Esto, y los reportajes frecuentes del referido colectivo basados en las «enseñanzas del espacio», terminaron por socavar un poco más la credibilidad del medio durante una temporada.
Los asuntos «Roswell» y «Geenom», amen de otros muchos factores que sería demasiado largo enunciar aquí, sin duda acabaron pasando factura a la salud de la revista. Y no sólo de Más Allá. Su progresiva caída pareció arrastrar a sus inmediatas seguidoras en el mercado, dejando bien de manifiesto el carisma de esta cabecera.
Pérfil del lector de MÁS ALLÁ
Según el último Estudio General de Medios elaborado para MÁS ALLÁ en 1999, justo el primer año en que la revista cambió de diseño y comenzó a dirigirla Javier Sierra, las características de sus lectores en España se resumieron en los siguientes datos:
Si quieres suscribirte a la revista MÁS ALLÁ de la Ciencia, puedes hacerlo por e-mail mediante la siguiente dirección: suscripciones@mcediciones.es
¿Y el futuro?
Al alborear el siglo XXI la situación es muy delicada. Más Allá, Año Cero y Enigmas son revistas que se siguen publicando mes tras mes. Karma 7, la más veterana, dejó de publicarse en mayo de 2001. Y poco antes, en el año 2000, vimos el nacimiento y muerte de otra publicación especializada, Nuevos Horizontes, dirigida por Sebastián D´Arbó. Esta última, con una política decididamente anti-ovni, apenas aguantó doce meses en los expositores. Su trayectoria fulgurante recuerda la de otro «híbrido» que vio la luz en noviembre de 1997 bajo la protección de uno de los grupos editoriales más fuertes de España. Se llamó Xanadú y la editó Grupo Zeta durante solo nueve meses. Pretendía ser una revista a mitad de camino entre Más Allá y QUO –una exitosa publicación de divulgación científica de consumo rápido–, pero al no alcanzar los umbrales de rentabilidad fijados por Zeta, decidieron cerrarla.
El futuro, pues, parece difícil para esta clase de revistas. El último informe de la Oficina de Justificación de la Difusión (OJD) de Más Allá, que controló las ventas medias de la revista durante el periodo julio 1999-junio 2000, arroja una cifra media de 37.862 ejemplares mensuales. Año Cero, también controlada por OJD arroja datos aún menores para España, y la tendencia general es a la baja. ¿Se ha acabado el interés por los OVNIs y lo paranormal? ¿Satisfacen otros medios, como internet, la curiosidad de los más de cien mil lectores que tuvieron estas revistas en 1989? ¿Es aceptable la caída en ventas de estas revistas a la experimentada por toda la prensa periódica en general? ¿O quizás en el caso que nos ocupa, las revistas perdieron credibilidad y lectores por cuestiones como el extraterrestre de West Virginia y el de Roswell?
Estas dudas obligan a una reflexión en profundidad. ¿Por qué nadie hasta ahora se ha atrevido a plantearla?