Medio año antes de que se conmemore el cuarto centenario de la muerte de El Greco, ha salido a la luz una pintura inédita del cretense, una Visitación que habita en una casa del casco histórico de Toledo, la ciudad en la que el artista vivió la segunda mitad de su vida y que le homenajeará durante el 2014.
La doctora en Historia del Arte María del Mar Doval, conoce este cuadro desde hace casi veinte años; los mismos a los que se remonta su relación con los propietarios, una familia a la que ahora ha logrado convencer para publicar un artículo sobre el cuadro en la revista Tendencias del Mercado del Arte. María del Mar Doval ha hecho ver a los propietarios de la pintura que esta “es lo suficientemente importante como para que salga a la luz”.
El cuadro es de la etapa final de El Greco, cuando el pintor fundía los perfiles con el fondo, de tal forma que permitía ver la imprimación de la tela y daba la sensación de un boceto, de obra inacabada. Se trata de una Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel, de 102,7 centímetros de altura y 77,7 de ancho, que forma parte del encargo que recibió El Greco en 1607. Hasta esta semana sólo se conocía un cuadro del mismo tema y características, que está en la Dumbarton Oaks Collection de Washington, procedente del convento de Santa Clara de Daimiel (Ciudad Real) y de menor tamaño que el conocido ahora.
La doctora afirma que “al ver los dos uno se da cuenta de que el de Toledo tiene mucha más calidad. El de allí sería la copia, al menos la parte de la puerta, realizada por su hijo”. Precisamente el detalle de la puerta situada a la izquierda del cuadro es uno en que más se diferencian las dos representaciones de la visitación, está más definida en la versión que se conserva en Estados Unidos y es mucho más sutil y de trazos apenas intuidos en el cuadro toledano. La familia que posee la obra ha permitido que se difunda la existencia del lienzo, aunque su intención es permanecer en el anonimato.
En la imagen: A la izquierda, tela del Greco hallada en Toledo. A la derecha, copia de esa misma imagen que se guarda desde hace años en la colección Dumbarton Oaks de Washington, a la que se refiere la escritora Katherine Neville en su última novela «El Fuego».
Fuente: EFE