Mis Personajes
KATHERINE NEVILLE
BIBLIOGRAFÍA
Riesgo Calculado (1994), El Ocho (1990)
Nació el 4 de abril de 1945 en Estados Unidos y ya desde muy niña sintió la necesidad imperiosa de escribir y de imaginar historias complejas. Su salto al éxito le llegó temprano: la publicación de su primera novela, El Ocho, fue saludada como la precursora de un nuevo género literario. Su biblioteca, de más de 6.000 volúmenes, explica de dónde saca la sorprendente información que puebla sus obras. Javier Sierra la entrevistó en 1998 en una de sus frecuentes visitas a España.
La madre de la novela esotérica
Katherine Neville es una escritora mundialmente conocida por sus novelas sembradas de hermetismo, magia y claves ocultas de la Historia. Fue en España donde alcanzó uno de sus éxitos más notables al convertir su opera prima, El Ocho (Ediciones B), en un bestseller de larga duración que todavía hoy se asoma ocasionalmente a las listas de libros más vendidos. Fue publicado en octubre de 1990 en nuestro país y para cuando tuve la oportunidad de entrevistarme con ella en Madrid, recién estrenada la primavera de 1998, su obra cabalgaba ya a lomos de su decimoctava edición.
La excusa que utilizó el destino para cruzar brevemente nuestros caminos fue la campaña de lanzamiento de El círculo mágico. Recuerdo que Katherine me observó con sus pequeños ojos claros y vivaces. Tenía entonces 52 años y un irresistible atractivo para mí: ella era de las pocas narradoras contemporáneas que habían sabido salpicar sus obras de las dosis justas de esoterismo, historia oculta y misterio, mucho antes de que esos ingredientes fueran mezclados en otros cócteles notables por Matilde Asensi o Dan Brown. Hablaba con fluidez de conceptos desaparecidos hace siglos, como el de eones –los ciclos de tiempo griegos que ella asimiló a las eras astrológicas de unos dos mil años de duración–, y en su vocabulario aparecían con frecuencia términos esotéricos de gran calado.
El Ocho recogió esa habilidad magistral. La suya es la historia de un poderoso ajedrez imaginario que, según ella, no sólo influyó a Carlomagno sino a otros muchos grandes hombres del pasado. En El círculo mágico abundó en esa idea de los "objetos de poder", aunque en su trama quienes importan de verdad son las vidas de personajes como Napoleón, Jesús de Nazaret o Adolf Hitler, extrañamente condicionadas por acontecimientos mágicos a los que pocos historiadores han dado la importancia que merecen. Es éste un relato peculiar lleno de ecos evocadores, que cimentó muy bien lo que fue nuestra conversación. Hoy la rescato de mi archivo para disfrute de los internautas.
Mi intención no es otra que la de recordar al lector que la urdimbre que se esconde tras las obras de Neville va mucho más allá del mero entretenimiento. La autora de El Ocho es una de las pocas autoras contemporáneas a la que considero una verdadera "iniciadora", una suerte de chamana de las letras cuyas tramas estimulan, alientan al descubrimiento e iluminan a quien se acerque a sus escritos. Merece la pena, pues, escucharla...
“En tanto que jugadores, seguimos dentro de la caja, somos víctimas de nuestra propia miopía; somos enemigos blancos y negros batallando en un tablero de nuestra propia invención”
KATHERINE NEVILLE
Radiestesia nazi
-En sus novelas –atino a preguntarle después de un breve intercambio de saludos en el hall del hotel NH Alcalá de Madrid– da la impresión de que la historia de la Humanidad ha estado influida desde siempre por elementos mágicos...
La escritora sonríe, tal vez atónita de no encontrarse con un periodista que le pregunte cuántos miles de ejemplares lleva vendidos de sus obras.
-En todos los mitos y leyendas de la antigüedad hay, en efecto, un elemento mágico evidente. La magia era una parte muy importante de todas aquellas culturas, que veneraron a una naturaleza que no entendían.
-Pero eso no sólo ocurrió en nuestro remoto pasado. En su nueva novela, por ejemplo, dedica muchas páginas a la veneración que Hitler sintió por una reliquia mágica: la lanza de Longinos, la que atravesó el costado de Cristo. ¿Cómo valora usted la influencia de las creencias mágicas en hombres como Hitler o Carlomagno?
-Vaya pregunta –vuelve a sonreír–. Creo que en muchas culturas en las que se comparte un sistema de creencias común se atribuye a ciertos objetos un poder, independientemente de que lo tengan o no. Eso fue lo que pasó cuando Hitler se hizo con la lanza de Longinos. Es un hecho constatado que el Führer se apropió de muchas reliquias imperiales de los Habsburgo, trasladándolas desde Viena a Nüremberg con la intención de que su pueblo las venerara. Había investido en ellas poderes que él, a su vez, había tomado de la mitología germánica.
Cuando Adolf Hitler llegó a la cancillería de Alemania, el 30 de enero de 1933, ordenó de inmediato la reconstrucción y la consagración de la Irminsul destruida por Carlomagno. En la cercana Paderborn, Himmler remodeló el castillo de Wewelsburg para la Orden de los Caballeros Teutónicos. Cuando Hitler ordenó a su arquitecto, Albert Speer, que copiara en los terrenos de Nüremberg el diseño del templo de Zeus en Pérgamo, en la costa turca, el Instituto Alemán de Zahoríes no se limitó a rastrear la zona para localizar las principales fuerzas terrestres, sino que determinó a partir de las interpretaciones arquitectónicas que la estructura del templo de cuatrocientos metros donde iba a colocarse el podio de Hitler no estaría bien situado para controlar todos los poderes geománticos. De modo que el emplazamiento del edificio se trasladó unos centenares de metros de distancia hacia el oeste, lo que obligó a drenar un lago y desviar una vía férrea.
(El círculo mágico. Pág. 451)
Hablar de Hitler no parece complacerla demasiado. De hecho, entre sorbo y sorbo a su copa de agua, me comenta que cuando comenzó a escribir El círculo mágico no pensaba dedicar tanto espacio a sus obsesiones ocultistas. Sin embargo, casi sin querer, se vio abocada a una investigación mucho más profunda de lo que jamás hubiera sospechado. Me puso en bandeja mi siguiente pregunta:
-¿Se refiere a sus averiguaciones sobre las corrientes telúricas que cruzaban los principales escenarios públicos desde donde Hitler arengaba a sus tropas?
Neville dio un respingo.
-Así es. Hace algún tiempo un grupo de amigos me pusieron en contacto con la Academia Alemana de Radiestesia, en el sur de Alemania, invitándome a participar en una investigación con ellos y sus sofisticados equipos técnicos. Éramos seis y, en efecto, fuimos a la escena de las arengas más multitudinarias de Hitler en Nüremberg. El día era tenebroso, frío, oscuro... como en las novelas de Stephen King –ríe–. Todos íbamos en busca del punto de confluencia de las tres "líneas telúricas de poder de Europa" y con las varillas localizamos que su punto de confluencia se ubicaba justo bajo el podio del Führer.
-¿De veras?
-Me llamó la atención que mientras el resto del lugar era frío y una neblina lo cubría casi todo, en el podio se notaba una temperatura muy distinta, muy cálida y el ambiente era allí mucho más claro. Por desgracia, no pudimos averiguar qué tipo de diseño sirvió para diseñar ese podio, pero el director de la Academia nos informó de que en el momento de su construcción los radiestesistas de Hitler le aconsejaron que debía desplazarlo unos 300 metros. De alguna forma, ellos sabían que la línea de confluencia estaba allí.
Y añadió:
-Quiero aclarar que las tres líneas que confluyen bajo el podio de Hitler eran conocidas como "línea Sigfrido", "línea del Grial" y "línea del Destino". Esto no es tan raro. En Idaho, de donde soy, los niños están muy familiarizados con la técnica de la radiestesia; todos saben utilizar varillas para encontrar agua... Y también en Europa se sabe que las líneas telúricas marcaron la construcción de muchas iglesias. Incluso, según John Mitchell y Christine Rhone, bastantes templos dedicados a San Miguel o la Virgen fueron construidos sobre antiguos templos de Apolo y Artemisa, como el monasterio del Monte Saint Michel de la Bretaña francesa.
¿Una nueva era?
Sus explicaciones sobre radiestesia casi me hacen olvidar el inicio de nuestra conversación.
-De alguna manera –volví a la carga– sus novelas parecen reflejar la búsqueda de un conocimiento arcano y ancestral, y reflejan las diferentes actitudes de los humanos hacia los momentos en los que viven. ¿De veras cree que estamos a las puertas de un nuevo eón, una Nueva Era como apunta en El círculo mágico?
-Bueno... En El Ocho el punto de discusión principal gira en torno a lo que de bueno o de malo aporta la Ciencia al ser humano. Cada personaje tiene un punto de vista diferente al respecto y, de alguna forma, pretendí dejar la puerta abierta para que el lector sacara sus propias conclusiones. En El círculo mágico quise plantear otro interrogante: ya que somos un planeta muy pequeño y muy poblado, y nos encontramos justo en ese momento clave del que la mitología y tantas culturas milenarias llevan haciendo pronósticos, ¿qué podemos hacer nosotros para superar esta transición y sobrevivir como especie? Una vez más, no doy mi propia respuesta. Sugiero, eso sí, claves que proceden de culturas muy diferentes y de cómo éstas han practicado rituales adecuados para superar otras transiciones similares.
-¿Qué clase de transformaciones cree que van a sucederse en los próximos años? ¿Qué cree usted que ocurrirá tras el cambio de eón?
-Ahora mismo estamos viviendo ya en pleno cambio de eón, aunque me he resistido a incluir en mi libro ningún vaticinio sobre el futuro. Repito: sólo he hecho constar en él lo que otras culturas han anunciado para este momento. Es cierto que al igual que el ser humano puede investir de poder ciertos elementos, ciertos objetos, también ocurre lo mismo con ciertos momentos de la Historia... como el nuestro. La creencia general de que van a ocurrir cosas hace que éstas sucedan. Tenga en cuenta que la predicción más importante hecha sobre esta época es que esta civilización y su estructura mutarán con violencia. Aquellos regímenes que sean inflexibles e intolerantes, perecerán, y sólo aquellos que sean capaces de colaborar y tolerarse sobrevivirán.
Jesús de Nazaret
En El círculo mágico, Neville juega con la idea de tránsito de Piscis a Acuario, y analiza a fondo el efecto que han tenido en la historia reciente personajes marcados por el signo del "pez". Y eso, claro, la condujo sin remedio a Jesús de Nazaret.Decidí tantearla al respecto.
-Partes de su libro están dedicadas a Jesús. ¿Qué significa este personaje para usted?
-Al principio creí que el papel de Jesús en mi novela sería fugaz. Debía aparecer por ser un personaje clave de esta Era, pero lo pensé como un personaje rápido. Sin embargo, pronto se convirtió en mucho más importante a medida que fui formulándome preguntas sobre Él. Por ejemplo, ¿por qué escogió hacer sus dos últimas apariciones –en las que dictó su doctrina fundamental– en los equinoccios de otoño y primavera? Esas fechas también eran consideradas las más importantes del año judío, así que tuve que averiguar cuál era el significado que tenían para los hebreos. Me requirió mucha labor de investigación y muchas horas de lectura; incluso presencié algunas celebraciones. Y descubrí que tanto para los hebreos como para algunos pueblos paganos, esas fechas eran las del anuncio y presentación de sus nuevos monarcas. El festival de primavera era el momento en el que el rey se presentaba como el sacrificado, el rey del grano.
-¿Y eso le hizo entender mejor a Jesús?
-Entenderlo dentro de un contexto histórico, sí. Me hizo sentirme mucho más próxima a Él de lo que nunca lo había estado sólo yendo a la iglesia. Y ese es el mensaje principal de mi libro: que no podemos entender el presente si no conocemos el contexto de nuestro pasado. Y tampoco podemos hacer frente al futuro si no nos apoyamos en él.