“Es el mapa del mundo más grande del siglo XVI”, afirma por teléfono David Rumsey, director de la colección de mapas históricos que lleva su nombre y que alberga Stanford. Pero eso no es lo más importante. “También es artísticamente grande. Tiene información de eclipses, del Sol, la dirección de los vientos o la duración de los días en las distintas zonas del mundo”
El autor es Urbano Monte, un cartógrafo milanés que seguramente utilizó como fuentes los trabajos de los otros grandes cartógrafos del siglo XVI, Gerardo Mercator, Abraham Ortelia o Giovanni Gastoldi. “Monte tomó de todos ellos. Todos se copiaban”. La particularidad del mapa de Monte, además de su tamaño y artística, es que está proyectado desde el Polo Norte. Es decir, el centro del mapa es el Ártico; la deformación se produce en la Antártida. Según sus propias instrucciones, las láminas debían pegarse juntas sobre una gran bola de madera para tener sentido. “Sabemos que le encantaba enseñar, entendía el mapa como una herramienta de enseñanza, hay mucho texto describiendo los lugares”. Monte dibujó, en definitiva, un enorme globo terráqueo.
Lo dibujó dos veces. La otra copia está en Milán. Pero el equipo de la Colección de Mapas Históricos David Rumsey ha digitalizado todas las láminas, más el mapa montado completo, y lo ha puesto en Internet a disposición de todo el mundo. “Estamos convencidos de que cualquier material que esté libre de derechos de autor debe estar en Internet con la máxima calidad a disposición de todo el mundo”, dice por teléfono Salim Mohammed, conservador jefe de la institución.
Además de estar digitalizado lámina por lámina, en la web de la colección se puede encontrar montado tal como lo concibió Monte, e incluso proyectado sobre un globo, de forma que se ve dónde acierta en las proporciones y dónde no.
La búsqueda por el mapa revela interesantes detalles. Por ejemplo, está lleno de monstruos, algo habitual en los mapas de la época, donde los cartógrafos dibujaban criaturas fantásticas para no dejar huecos vacíos. Hay sirenos en Antártida; dragones cerca de Oceanía; un ave gigante que lleva en sus garras un elefante frente a las costas de Argentina. “No les gustaba dejar espacios y los completaban con personajes fantásticos”, explica Mohammed.“Llenaban los océanos, pero también lugares como África, de los que no tenían mucha información y se tenían que inventar cosas”.
Las fuentes de Monte le permitieron, por ejemplo, tener mucha información de Japón, donde detalla decenas de pueblos. Él mismo cuenta que sacó la información de un grupo de japoneses que conoció en Milán. Sin embargo, la forma de la isla está muy errada. Al mismo tiempo sorprende la forma acertada de un territorio prácticamente inexplorado como el oeste de Norteamérica, del que apenas podía tener información. “Tenemos unos 800 mapas en la colección que muestran California como una isla”, dice Rumsey, algunos de décadas posteriores al de Monte. “Su mapa es más acertado, ya que la dibuja como una península”.
El mapa de Urbano Monte es, además, una especie de foto fija del siglo XVI. En él aparecen barcos donde se detalla “Armada del Rey de España” en medio del Atlántico o una flota que viaja hacia el Este, etiquetada como “Flota de las Indias, hacia España”. El artista puso en el mapa también a todos los líderes que vienen a explicar el mundo de aquella época. El más grande es el rey Felipe II, en una barca frente a la costa de Venezuela. Aparecen el rey de Portugal, el de Polonia, el emperador del Sacro Imperio Romano, un sultán de Turquía, el rey de Etiopía, el Papa y Moctezuma (“que fue rey de México y de las Indias Occidentales”, explica Monte).
En una esquina vemos al propio Monte, que se hace un autorretrato a la edad de 43 años. Encima de este dibujó otro, dos años después, lo que parece indicar que hizo correcciones al mapa. Rumsey lleva 35 años coleccionando mapas históricos, una obsesión que comenzó en su treintena. Este mapa estaba en manos privadas y no había sido estudiado durante siglos. Lo adquirió Rumsey consiguió el mapamundi de Urbano Monte a través de Barry Ruderman, un marchante de San Diego. Prefiere no revelar el precio, por razones de seguridad. “Digamos que es muy valioso. Muy, muy valioso”. Y él le ha añadido el valor de que cualquiera con un navegador pueda perderse entre monstruos, emperadores y tierras misteriosas, en una foto fija del siglo XVI de tres por tres metros.
Fuente: EL PAÍS