La catedral de Santiago de Compostela no controlaba los movimientos y consultas que se hacían del Códice Calixtino, y las medidas de seguridad sobre él antes de su desaparición del archivo en julio de 2011.
Así lo ha puesto de manifiesto esta tarde la inspectora de la Brigada de Patrimonio Histórico de la Policía Nacional, Martina González Antolín, que participó en los trabajos de investigación para recuperar la joya bibliográfica del siglo XII, considerada la primera guía del Camino de Santiago.
Durante su intervención en una jornada en Santiago sobre seguridad y protección de los bienes de la Iglesia, la inspectora explicó que en todos los archivos es habitual registrar a las personas que acceden y los documentos que consultan, pero indicó que esto no ocurría en el caso del Códice Calixtino.
González Antolín dijo que cuando se trata de «joyas bibliográficas» el protocolo de seguridad que se activa «es más restrictivo» si cabe. «En el caso del Códice, el máximo responsable no llevaba un registro» de sus movimientos, señaló.
Respecto a la catedral compostelana, indicó que «dentro del archivo se relajaban las medidas de seguridad», y agregó que esta «es una problemática intrínseca al funcionamiento de todas las bibliotecas y archivos en general».
«No hay que olvidar que normalmente son siempre las mismas personas las que en diferentes momentos acuden a estudiar e investigar en los fondos del archivo», indicó.
En relación con los juegos de llaves de las distintas estancias de la catedral compostelana, la investigadora explicó que, «en principio, los juegos de llaves estaban controlados» y «sólo las personas autorizadas» los tenían.
Sin embargo, comentó que «no se sabía cuántos juegos de llaves había» y que «se sospechaba que había personas que tenían llave aunque no estaban autorizadas».
Explicó, además, que la cerradura de una de las puertas que dan acceso al archivo, en concreto por la que accedía el deán por encontrarse ahí su despacho, «estaba deteriorada» y dijo que «tenía la suficiente holgura» como para poder abrirla presionándola si alguien se olvidaba las llaves.
«Para colmo», dijo, las llaves de la caja fuerte donde se custodiaban los libros y documentos más valiosos permanecían «de forma habitual» en la cerradura, «hasta que se cerraba el archivo».
González Antolín destacó también que uno de los fallos «más importantes» era que, aunque en la sacristía había un ordenador donde se recibían las imágenes de todas las cámaras, «nadie se encargaba de visionarlas».
En el caso de las instaladas en el claustro de la catedral del Santiago, explicó que cuando anochecía y se encendía la iluminación los focos apuntaban directamente hacia las cámaras y ello impedía que registrasen grabación alguna.
Por último, la inspectora policial criticó que durante la investigación del caso se facilitase a los medios de comunicación determinada información.
Afirmó que «no hubo una coordinación entre las diferentes instituciones que analizase la conveniencia o no de facilitar determinada información».
Como ejemplo citó la publicación en varios momentos de la «inminente» recuperación del Códice, las noticias que se publicaron sobre una posible negociación, o bien que el manuscrito había sido entregado al deán «y no sabía qué hacer con él».
«Lo que sí puedo decir es que ningún miembro de la investigación ha contactado con los medios de comunicación», precisó. EFE
Fuente: DIARIO VASCO