Una investigación financiada por la Fundación para la Cultura del Vino, de España, ha permitido identificar restos de vinos blancos y tintos en las ánforas encontradas en la tumba de Tutankhamon. Hasta ahora se pensaba que en el Antiguo Egipto solamente se conocía y producía el vino tinto. Asimismo, confirma que el ‘shedeh’, una bebida muy refinada y apreciada, se elaboraba también con uvas. En el estudio de las muestras arqueológicas –procedentes del Museo Británico y del Museo Egipcio de El Cairo- se ha utilizado un revolucionario sistema de análisis que permite trabajar a la comunidad científica con cantidades de muestra mínimas.
El faraón consumía vinos elaborados con técnicas muy similares a las actuales, y las ánforas ofrecían información relativa al año de elaboración, la zona de producción y la propiedad, la calidad y, también, el nombre del viticultor responsable.El vino tenía una consideración social y económica que le situaba entre las bebidas más preciadas, muy por delante de la cerveza, cuyo coste era diez veces menor. El faraón y los templos eran los grandes propietarios de viñedos.
En su viaje al más allá, Tutankhamon quiso ir acompañado de los mejores vinos de sus bodegas, elaborados con técnicas prácticamente idénticas a las actuales. Al descubrir su tumba en 1922, Howard Carter encontró numerosas ánforas de vino con inscripciones relativas a su calidad, cosecha, procedencia y elaborador. Lo que no se sabía, hasta ahora, era si se trataba de vinos tintos o blancos. Tampoco sabíamos si el ‘shedeh’, una bebida a la que se hace referencia en multitud de documentos, era propiamente vino o estaba elaborado a partir de otros frutos como la granada.
Todas estas dudas han quedado resueltas ahora, una vez finalizado el trabajo de investigación financiado por la Fundación para la Cultura del Vino y dirigido por María Rosa Guasch, quien a lo largo de los últimos tres años ha estudiado, utilizando un sistema de análisis inédito, residuos sólidos encontrados en el interior de las ánforas de la tumba de Tutankhamon, confirmando que en el antiguo Egipto se bebían vinos blancos y tintos y que el ‘shedeh’ estaba elaborado con uvas.
La documentación más completa y extensa sobre la viticultura y la elaboración del vino procede de Egipto. La viña ya se cultivaba hace cinco mil años en el Delta del río Nilo. Si bien, a pesar de la existencia de documentos y pinturas que describen su elaboración, el estudio histórico y arqueológico todavía presenta aspectos desconocidos. El desarrollo de las técnicas analíticas, como las empleadas por María Rosa Guasch, pone ahora a disposición de la comunidad científica nuevas herramientas para resolver las lagunas existentes.
El trabajo, cuyas conclusiones se se han presentado el 26 de octubre en el Museo Británico, supone un paso de gigante en el conocimiento de la cultura del vino en el antiguo Egipto y abre nuevas puertas a las investigaciones arqueológicas basadas en el análisis de los residuos sólidos de líquidos. Una investigación que ha durado más de tres años y que ha sido posible gracias al apoyo económico de la Fundación para la Cultura del Vino, impulsada por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y las bodegas Julián Chivite, Marqués de Riscal, Codorníu, Vega Sicilia y Rioja Alta, cuyo objetivo es promover un mayor conocimiento de la cultura del vino y fomentar su consumo inteligente, a través del desarrollo de actividades formativas y divulgativas, encuentros profesionales internacionales, publicaciones y la financiación de proyectos de investigación.
Bebida preciada
La importancia política, social y religiosa del vino en el Antiguo Egipto era bien conocida y está documentada en multitud de inscripciones, pinturas murales y representaciones iconográficas. Bebían vino los faraones, sus familiares, sus ministros, sus generales, los sacerdotes, las clases acomodadas y también el pueblo llano. Ya entonces, los maestros advertían a sus discípulos de los peligros de frecuentar las tabernas. Una consideración social y económica que situaba al vino entre las bebidas más preciadas, muy por delante de la cerveza, cuyo coste era diez veces menor. En la mayoría de los casos, las viñas eran propiedad del faraón y de los templos.
En las tumbas se depositaban ánforas de vino como ofrenda para que el muerto pudiera disponer de ellas también en el Más Allá. Durante el Reino Nuevo [1.543-1.078 AC], las ánforas se identificaban de manera similar a como se hace con las etiquetas de los vinos actuales. Así, ofrecían información relativa al producto que contenían: el año de elaboración, la zona de producción y la propiedad, la calidad, y también el nombre del viticultor responsable. Se identificaba al producto como vino, Irp, pero nunca se anotaba qué tipo de vino, blanco o tinto. También existía otro tipo de bebida, ‘shedeh’, de la que no se conocía cuál era la materia prima empleada.
Blanco y tinto
María Rosa Guasch ha trabajado con residuos extraídos de ocho de las 26 ánforas encontradas por Carter en la tumba de Tutankhamon, conservadas hoy en el Museo Británico y en el Museo de El Cairo. Su investigación ha confirmado la presencia de vino en todas las ánforas y que se trataba de vino blanco en alguno de los casos. Asimismo, se sabe ya que en el Antiguo Egipto, durante la Dinastía XVIII (1.543-1.292 AC), se elaboraba vino blanco y vino tinto bajo la misma denominación: ‘irp’. En cuanto al ‘shedeh’, que se guardaba en ánforas etiquetadas como las de vino, la investigadora ha confirmado que tenía como materia prima la uva tinta.
Una de las claves de la investigación ha sido la puesta a punto de un método de análisis inédito, basado en la cromatografía de líquidos acoplada a la espectrometría de masas en tándem (LC/MS/MS), desarrollado por María Rosa Guasch. Un método que ofrece una alta sensibilidad y gran selectividad para el estudio de muestras arqueológicas y que permite la identificación de dos compuestos marcadores de vino en arqueología: el ácido tartárico y el ácido siríngico procedente de la malvidina, a partir de cantidades mínimas de análisis. María Rosa Guasch ha demostrado por primera vez que en muestras arqueológicas de vino, mediante una oxidación alcalina de la malvidina, se desprende ácido siríngico, que se puede establecer como marcador de la uva tinta. El estudio ha resuelto también la incógnita de la procedencia del ‘shedeh’ y pone de manifiesto una especialización enológica que se ha transmitido desde otras culturas mediterráneas hasta la actualidad. «Hemos podido identificar», explica la investigadora, «que en Egipto había tres tipos de bebida derivados de la uva: vino blanco, vino tinto y otro tipo de vino tinto más elaborado, que los egipcios llamaban ‘shedeh'». María Rosa Guasch sugiere también la posibilidad de estudiar el simbolismo relacionado con el color del vino, «una puerta abierta para historiadores y arqueólogos para investigar cuál sería el papel del vino blanco». En este sentido, recuerda que en el Antiguo Egipto se asociaba simbólicamente al racimo de uvas, por su forma, con el corazón, y al vino tinto, con la sangre.
Tumba casi intacta
Pocas tumbas reales se han encontrado con todo su ajuar intacto, ya que la mayoría fueron saqueadas en la Antigüedad. La de Tutankhamon, a pesar de sufrir dos intentos de saqueo poco después de ser cerrada, estuvo excepcionalmente preservada más de tres mil trescientos años en el Valle de los Reyes en el oeste de Tebas (actual Luxor) hasta su famoso descubrimiento, en el año 1922, por Howard Carter. El joven Tutankhamon, que reinó a finales de la Dinastía XVIII (1543-1292 AC), fue enterrado con los productos más selectos y valiosos de su época.
Junto a los alimentos y bebidas se encontró un conjunto de ánforas de vino. Además, las tumbas de los nobles, ya desde el Reino Antiguo (2575-2134 AC), se decoraban con escenas entre las que aparecen la viticultura y la elaboración de vino, que han permitido conocer cómo se realizaba la recogida de la uva y la vinificación en Egipto. Las ánforas donde se depositaba el vino también están representadas, pero no los tipos de vino. La realidad es que los antiguos egipcios no mencionaban el color del vino en los textos ni en las inscripciones de las ánforas. Se pensaba que quizá no le daban importancia al color del vino o bien sólo elaboraban un tipo de vino. Hasta ahora todo hacía pensar que se trataba de vino tinto. Así, no sólo se relacionaba al vino con la sangre de Osiris, el dios de la resurrección, sino que, en las pinturas de las tumbas, la uva aparece pintada de color oscuro. Asimismo, el hecho de que los diversos métodos analíticos publicados hasta la fecha identificaban el ácido tartárico como marcador de vino en muestras arqueológicas, no permitía identificar el color del vino, ya que este ácido está presente en todo tipo de uvas.
Vinos con fama
La primera evidencia de la presencia de uva en Egipto son las semillas halladas en los yacimientos predinásticos (4000-3050 AC) de Tell Ibrahim Awad y Tell el Farain, situados uno al este y el otro al oeste del Delta del Nilo. Desde el predinástico, la vid era cultivada en Egipto sobre todo en el Delta, los oasis occidentales y el valle del Nilo. Los antiguos egipcios sabían que la tierra situada detrás de los límites de la inundación era la más adecuada para plantar viñas. La viña se plantaba cerca del río en una zona no inundable, donde el suelo era principalmente grava y cerca del depósito aluvial libre del barro del valle. Las tierras pedregosas en el límite del desierto proporcionaban los vinos de más reputación. Uno de estos lugares era la zona del lago Mariut, situado al suroeste de la actual ciudad de Alejandría.
La región vinícola más conocida durante el Reino Nuevo (1543-1078 AC) era el «Río Occidental», en la antigua rama Canópica del Nilo en el Delta Occidental, situada al suroeste de Alejandría. La encontramos documentada en centenares de inscripciones de ánforas de vino, como por ejemplo en las inscripciones de las ánforas de la tumba de Tutankhamon. Los autores clásicos griegos y romanos como Ateneo de Naucratis, Estrabón y Plinio dejaron constancia en sus escritos del buen sabor de los vinos de Egipto. Ateneo (170-230 DC), un griego de Naucratis (Egipto) que vivía en Roma, habla de la abundancia de la viña en la zona del lago Mariut y de la excelente calidad del vino de Mariut [Mareótico], también llamado Alejandriótico por la proximidad con la ciudad de Alejandría, y de los vinos Taeniótico y de Antilla de la zona de Alejandría; del Valle destaca los vinos de la Tebaida y de Coptos.